miércoles, 2 de junio de 2010

Desmontando a Arquímedes

Según cuenta la leyenda el rey Herón de Siracusa entregó al joyero de la ciudad cierta cantidad de oro para que con ella confeccionara la corona real. Una vez terminada corrió el rumor de que el artesano había engañado al rey, pues según decían había sustituido una parte del oro por una cantidad equivalente de plata. Fue entonces cuando el rey encargó a Arquímedes que inventara algún método para descubrir el engaño. Absorto en el problema que el rey le había planteado no encontraba la solución, hasta que un día mientras tomaba un baño se dio cuenta que al sumergirse dentro de la tina el agua rebosaba. Al encontrar la solución y embargado por la emoción corrió desnudo por las calles de Siracusa gritando: ¡Eureka!. Con esa sencilla y cotidiana acción descubrió lo que hoy conocemos como Principio de Arquímedes y de paso pudo probar que el joyero había engañado al rey.

Aquella mañana mientras el profesor de ciencias naturales nos explicaba esta curiosa historia y porque los objetos se hunden o flotan, yo me dedicaba junto a mis compañeros de pupitre a otros menesteres menos científicos, cuando de pronto sonó un fuerte golpe y voz en grito el profesor dijo:

- ¡¡Señorito Ferrer y Cía.!! -¿Serían ustedes tan amables de enunciar el principio de Arquímedes?.

Evidentemente no teníamos ni la más remota idea. Mis compañeros se rindieron a las primeras de cambio, pero yo en un intento desesperado por evitar el castigo, empecé a balbucear algunas palabras intentando aparentar que me lo sabía, pero que debido al miedo escénico me había quedado en blanco. Inevitablemente esta patética artimaña no coló, así que no me quedo otro remedio que copiar 100 veces el dichoso principio de Arquímedes, junto a mis compinches.

Por cierto, ¿os acordáis?, porque a mí después de aquel día jamás se me olvidará: “Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del fluido desalojado”.

Dos décadas después de que a la fuerza aprendiera esta ley física formulada por Arquímedes, me gustaría decirle a Don Juan Luis que aquel día su castigo fue en vano, porque no hace falta sumergir un cuerpo en un líquido para que se cumplan estos principios físicos. Y ahora sabréis porqué.

La tarea más difícil para unos padres primerizos es sin lugar a dudas dormir a su bebé, también conocido como “criatura”. Los primeros días (noches incluidas) se convierten en una lucha titánica para conseguir que el retoño en cuestión duerma hasta la próxima toma. Para ello utilizas mil y un sistemas, desde la famosa maratón por el pasillo y extensible al resto de la casa, pasando por los grandes de la música clásica, sin olvidarnos de las típicas nanas. Tras una pírrica batalla y al límite de tus fuerzas consigues el objetivo, pero es entonces cuando llega el momento crítico, acostar al bebé en su cuna. Es entonces cuando la teoría del gran Arquímedes salta por los aires, porque sin necesidad de fluido alguno, en cuanto sus lindas posaderas rozan el colchón, ese cuerpecillo rebelde de reducidas dimensiones experimenta un empuje vertical y hacía arriba para acabar de nuevo berreando entre tus brazos.

Agotado y consumido no te queda otro remedio que empezar de nuevo, y mientras exhausto arrastras tus piernas a lo largo del pasillo, te gustaría reencontrarte con Don Juan Luis para hacerle copiar 100 veces el teorema del primerizo: “Todo bebé recién dormido al acostarlo en su cuna, experimenta un empuje vertical y hacia arriba para acabar llorando entre tus brazos”.

Con el paso del tiempo esos llantos se convierten en risas y os puedo asegurar que no hay nada mejor en este mundo que ver sonreír a tu hijo.

Te quiero txingurri.

martes, 25 de mayo de 2010

Insert Coin

Se acaban de cumplir 30 años desde que la empresa japonesa Namco lanzara al mercado el Pac-Man conocido por estas tierras como Comecocos. A pesar de los avances técnicos que durante tres décadas se han producido en el sector, ha conseguido sobrevivir a todos estos avatares manteniéndose como el videojuego por excelencia.

En los ochenta la única alternativa posible para saciar tus instintos ludópatas siempre y cuando no fueras uno de los pocos privilegiados que disfrutaba de un Spectrum de 64K, eran los recreativos. La importancia y prestigio de un barrio se medía por el número de salas recreativas que tenía y por la calidad de sus máquinas. En aquellos centros sociales cantera de ludópatas y traficantes, había un encargado al que todo el mundo llamaba “JEFE”. La razón principal es que al igual que los sheriff del lejano oeste lucía en su cintura dos armas que lo convertían en el Dios, en el puto amo, en el capo di tutti capi, y no me estoy refiriendo a dos Smith & Wesson del calibre 38, sino a unas armas muchísimo más poderosas. El manojo de llaves con las cuales accedías a las entrañas de las máquinas para recolectar la jugosa recaudación y por supuesto pulsar la palanca que daba créditos ilimitados, y una pequeña alforja de piel en la que guardaba la pasta necesaria para proporcionarte el cambio.

Todavía recuerdo la sensación que recorría mi cuerpo cuando entraba y escuchaba la estridente mezcla de sonidos que desprendían aquellas diabólicas máquinas que despertaban mis ansias por jugar. Acto seguido y como si de un zombi se tratara formulaba las palabras mágicas: -¡Jefe deme cambio!, de manera automática y sin mirarme a la cara se echaba mano al cinto y me proporcionaba las preciadas monedas de 25 pesetas, mientras que con sana envidia miraba con el rabillo del ojo el contenido de su alforja pensando en que me gastarías todo aquel pastizal si por alguna casualidad de la vida cayera en mis manos el contenido de aquel zurrón.

La gente que frecuentaba aquellos lugares estaba cortada por el mismo patrón. Daba igual a que recreativos fueras porque allí siempre encontrabas a la flor y nata. Por un lado estaban los mafiosillos, ocupaban el fondo de la sala y así podían controlar la entrada del personal, se dedicaban a vender hachís al menudeo, así que para no tener problemas nunca debías cruzar la mirada con ellos a no ser que fuera para comprar algo de material. Otros de los personajes que pululaban en aquel lugar eran los mirones que se apalancaban al lado del jugador para revelarle los trucos del juego, con la intención de conseguir una partida por la cara, pero normalmente acababan con la cara partida. El grupo más nutrido era el formado por los viciaos. Estos solían estar enganchados a un juego concreto y cada vez que acudías a los recreativos parecía que formaban parte de la máquina porque no los despegabas de ella ni con agua caliente.Para terminar con elenco estaban los pierdecasas de los que formaba parte, nuestra misión era la más importante porque gracias a nosotros se sustentaba el negocio recreativo. Es decir, metíamos pasta en todas las máquinas pero nunca pasábamos de la segunda pantalla.

En aquel casino para adolescentes podías comprarle al JEFE cigarros sueltos a 10 pesetas la unidad, ser testigo de más de una pelea, de muchos trapicheos, de cómo intentar sacar partidas gratis utilizando el mítico magiclick. Pero lo más importante para los asiduos de aquel lugar era grabar sus iniciales en el ranking de su juego preferido.

Con la llegada de las pequeñas y esbeltas videoconsolas los días de vino y rosas terminaron y comenzó la decadencia de aquellas cajas de madera con palancas y botones multicolor, que tantas tardes de gloria nos dieron y con ella el fin de una generación que utilizaba estos centros de ludopatía precoz para saciar sus viciosos instintos.

Por lo menos a los más nostálgicos siempre nos quedará el Texas Holdem

jueves, 20 de mayo de 2010

Ver para creer

En aquellos días Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después le dijeron los otros discípulos: “Hemos visto al Señor”. Tomás les contestó: “Si no veo en su manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo: ¡Paz a vosotros!. Luego dijo a Tomás: ¡Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado! ¡No seas incrédulo, sino cree!. Tomás exclamó entonces: ¡Mi Señor y mi Dios!”. Jesús le dijo: ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!. Juan 20:24-29

Algo parecido me está ocurriendo cuando leo las portadas de los periódicos y escucho las tertulias radiofónicas. Sí Santo Tomás necesitó meter sus manos en el costado de Jesús, a mí me la tendría que meter por donde la espalda pierde su nombre. Porque para que un gobierno socialista retire ayudas sociales algo muy grave debe estar pasando. De todos los ajustes que va a realizar el gobierno para librarnos de la profunda crisis en la que estamos inmersos, hay uno que me ha llamado poderosamente la atención y que toca directamente a la línea de flotación de las parejas que estén esperando la llegada de un retoño, porque para su desgracia van a perder la famosa ayuda del cheque bebé que tanto contribuía a la esquilmada economía familiar, para la compra de cantidades ingestas de pañales y toallitas para sus delicadas posaderas. Según el gobierno, la eliminación de esta preciada subvención se debe a que para evitar una hecatombe nacional y no seguir los pasos de nuestros amigos los griegos, hay que cargarse todos los dispendios posibles para reducir el déficit público. Pero la verdadera razón es otra muy distinta y desde este blog quiero que sepáis la verdad.

El Ministerio de Sanidad y Política Social junto al de Igualdad han confeccionado un borrador sobre la Estrategia de Salud Sexual y Reproductiva en el que en aras de la igualdad entre sexos y para eliminar todo tipo de connotación sexista en el lenguaje médico han decidido “agarrense los machos” a sustituir el término recién nacido para referirse a los bebés o neonatos por el de “Criatura”. Parece ser, que no contentos(as) con declarar a Blancanieves persona NON GRATA por estar sometida a un pandilla de enanos machistas, han decidido cambiar la terminología médico-científica para que los bebés no sufran traumas nada más nacer por desigualdad de género. Ya puedo imaginarme los ginecólogos(as) y sobre todo a las publicaciones que viven del negocio de los recién nacidos(as), eliminando de sus textos las palabras prohibidas para no parecer intolerantes y sexistas. Así que la eliminación del cheque no se debe a causas económicas, sino semánticas, porque ¿os imagináis acudiendo a la oficina de la Seguridad Social a pedir el CHEQUE CRIATURA?. En el fondo hay que agradecer al gobierno éste tipo de ideas esperpénticas, ya que por los menos con ellas están consiguiendo que la crisis sea un camino de rosas.

Mi abuela que sobrevivió a repúblicas, guerras, postguerras, dictaduras, democracias y no sé cuentas vicisitudes más, siempre me decía que tenía que ser del partido que defindiese a los trabajadores. Pues tengo que decirte querida abuela que a día de hoy no hay nadie que se dedique a estos menesteres.

Como dijo Santo Tomás: “Ver para creer”


Nota:

Aquí os dejo el enlace con el famoso borrador por si os pica la curiosidad.

http://www.profesionalesetica.org/wp-content/uploads/2010/02/Estrategia-Nacional-de-Salud-Sexual-y-Reproductiva-11112009.pdf





jueves, 6 de mayo de 2010

¡Hoy puede ser un gran día!

Lo primero que hacemos cuando empieza el año es mirar el calendario para saber de cuantos puentes vamos a disfrutar, aparte de ver como caen las fechas señaladas. Pero de un tiempo a esta parte en los calendarios vienen marcados junto a los santorales los cada vez más conocidos días mundiales e internacionales. Los cuales se celebran para recordar y concienciar de la importancia de determinadas enfermedades, así como de los problemas que afectan a determinados sectores de la población. Pero, ¿sabías que existe el Día Mundial de la higiene de manos?. Yo tampoco, pero ayer viendo las noticias casi me atraganto al escuchar que algún iluminado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se le ha ocurrido celebrar tan grandioso acontecimiento. Según dicen con esta higiénica práctica reduces en un 80% el riesgo de contraer gripe A y otro tipo de infecciones. Supongo que se celebra para justificar los miles de millones de $$$$$$$$$$$ que los países han invertido en comprar la famosa vacuna contra el virus H1N1. El lema utilizado es muchísimo más recurrente si cabe y no tiene desperdicio, “Salvar vidas está en tus manos”.

Pues si está en nuestras manos los españoles lo tenemos chungo, porque lo que más nos gusta es frecuentar bares y garitos donde la higiene brilla por su ausencia, por no gastarnos un euro en comprar el periódico preferimos leer esos gratuitos que a saber por cuantas manos han pasado. Pero esta campaña afecta directamente al sector masculino de la población convirtiéndolo en grupo de riesgo, lo que da muchas respuestas a porque las mujeres viven más que los hombres. Para profundizar un poco más en la materia lanzo una pregunta al aire: ¿Cuál es lugar preferido para resguardar nuestras delicadas manos de posibles contagios?-la respuesta es unánime, -¡¡En los huevos!!. Está es la única razón de la longevidad de las féminas. Posiblemente sea por alguna extraña mutación genética, pero no conozco hombre de bien que no se haga una tocadita de huevos a lo largo del día, bien sea a través del pantalón o directamente en sus partes nobles. Parece increíble que este simple gesto nos lleve a la tumba, pero desgraciadamente no podemos evitarlo. Así que siguiendo a pies juntillas las sabias palabras de Oscar Wilde, “La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella”. No existe mayor placer que estar viendo en tú sofá preferido un buen partido de fútbol con el mando de la tele en una mano y la otra acariciando tus pelotas. Aunque este sistema es extrapolable al ámbito cultural, porque la operación se repite cambiando el mando de la televisión por un libro o simplemente para las páginas del Marca.

Así que desde mi blog y para preservar nuestra existencia exijo encarecidamente que el año que viene tengamos nuestro propio día, al que podríamos llamar “Día Internacional para tocarse los huevos”, donde realizaríamos charlas y talleres en los cambiaríamos impresiones y perfeccionaríamos la técnica para este noble hábito que nos ha regalado la genética.

¡Se aceptan sugerencias!

martes, 4 de mayo de 2010

Dirty Jobs

“Mi nombre es Mike Rowe, y este es mi trabajo. Exploro el país en busca de personas que no tienen miedo a ensuciarse. Hombres trabajadores y mujeres, que se ganan la vida honradamente haciendo los trabajos que hacen posible la vida civilizada para el resto de nosotros. Ahora, prepárese a ensuciarse".

Así comienza “Dirty Jobs”, mítico programa que emiten semanalmente en Discovery Channel donde el payo en cuestión se encarga de hacer un sin fin de trabajos de lo más variopintos tales como: limpiador de excrementos de palomas, recogedor de animales atropellados, estilista de mascotas, trabajador en una fábrica de carbón y un largo etcétera de extrañas y difíciles profesiones que mucha gente no sería capaz de hacer. Pero como reza el eslogan del programa: ¡¡Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo!!.

Donde jamás he visto al bueno de Mike, es haciendo el trabajo más sucio de todos y no me refiero a trabajar como sicario de la mafia calabresa, sino a cambiar pañales de bebé. Eso si es un Dirty Job y lo demás son tonterías, además si eres persona de arcada fácil como es mi caso la situación se agrava de manera considerable.

En las famosas publicaciones para padres primerizos de cuyo nombre no quiero acordarme, hacen referencia a una sustancia espesa, pegajosa y de color negro verdoso, compuesta de líquido amniótico, moco, lanugo (vello fino que cubre el cuerpo del bebé), bilis y células que se han desprendido de la piel y del tubo digestivo. Su nombre científico es meconio, pero vulgarmente se le conoce como a la madre de todas las cagadas. Sólo con escuchar los ingredientes de este explosivo cóctel se ponen los pelos como escarpias, pero puedo asegurar que verlo en directo es muchísimo peor. Ya me gustaría ver al señor Rowe en esta tesitura, porque estoy seguro de que después de vivir esa experiencia pedía la baja laboral por daños psicológicos.

Tras el maravilloso e inolvidable momento del parto te llevan a la habitación, donde un par de enfermeras empiezan a bombardearte con una serie de instrucciones que no eres capaz de entender, intentado parecer un padre responsable respondes: -¡Si!-¡No hay problema!-¡Correcto!-¿Entonces cada dos horas?-¡Muy bien!. Pero en realidad no tienes ni puta idea de lo que acaban de decir.

Extenuado te sientas en el incomodo sillón de escay que mora en todas las habitaciones de hospital, intentando reponer un poco de fuerzas ya que inevitablemente te espera una auténtica noche toledana, pero desgraciadamente sin apenas tiempo para descansar llega el fatídico momento: “tu primer cambio de pañal”. Cuando lo retiras la primera imagen que viene a tu cabeza es la de aquellos voluntarios con sus buzos blancos que en la Costa da Morte retiraban unos pequeños “hilillos” como de plastilina. Porque puedo asegurar que el meconio es más negro y pegajoso que el famoso chapapote.

Una vez recuperado del shock no te queda más remedio que limpiar el cultito de tu bebé, ya que tu sufrida esposa sigue enganchada al gotero. Así que entre arcada y arcada, comienza tu Dirty Job que se alargará como mínimo 18 meses, y que pasará por diferentes etapas que abarcarán un sin fin de olores, formas y colores. Lo bueno o malo (según se mire), que tiene el ser humano es que se acaba acostumbrando a todo y lo que había comenzado como una experiencia “desagradable” acaba convirtiéndose en un momento ideal para compartir risas, caricias y juegos con tu pequeño retoño.

Como bien dice una buena amiga para referirse al meconio: -¡Esto es gloria bendita!- y no le falta razón, porque gracias a mi pequeña niña he conseguido que mis famosas arcadas se hayan convertido en un borroso recuerdo. ¿Me estaré haciendo mayor?.

jueves, 22 de abril de 2010

La cara oculta de................

Continuando con el post anterior a llegado el momento de descubrir la cara oculta de una terrorífica y diabólica historia que durante generaciones ha tenido atormentada a millones de personas en todo el mundo. Creo que ya es hora de desvelar el misterio.

¡¡AVISO IMPORTANTE!!

El siguiente relato es una dramatización, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Ser padres hoy, Tu bebé mes a mes, La aventura de ser madre. Durante nueve meses lees con avidez este tipo de “literatura” relacionada con el embarazo y el futuro nacimiento de tu retoño, en el que te explican con pelos y señales todo lo que debes saber al respecto. A esto hay que sumar los consejos y opiniones que propios y extraños reparten de manera bienintencionada. Recibes tal cantidad de información que entras en estado de shock y una tremenda presión en tu pecho no te deja respirar porque piensas que no vas a ser capaz de estar a la altura. Así que recordando tus viejos años de estudiante (quién los pillara), te dedicas a preparar apuntes, esquemas y toda esa liturgia propia del mundo estudiantil, para memorizar sólo los datos importantes.

En mi caso preparé un cuadro en Excel donde no faltaba detalle. Para repasar diariamente mis conocimientos de obstetricia y pediatría lo coloqué en uno de los lugares que visito diariamente, la puerta del frigorífico. ¡Bueno para ser sincero mi primera opción fue colocarlo en el baño!, pero mientras disfruto de mi momento All-Bran, prefiero leer de los botes de crema, lociones y jabones su composición y lugar de procedencia. Tras este breve paréntesis escatológico he de deciros que el sistema del frigorífico es efectivo al 100%, porque pasado el primer trimestre del embarazo, adquieres tales conocimientos de la materia que puedes entrar a formar parte del equipo médico del Hospital Universitario Princeton-Plainsboro, donde el doctor House se dedica a realizar sus particulares diagnósticos bajo los efectos de su querida Vicodina.

No contento con esto y con el afán por aprender, amplías nuevos horizontes acudiendo a los cursos de preparación al parto, donde te enseñan explicitas diapositivas con parruses gigantes a los que no les falta el mínimo detalle. Es más, gracias a ellos descubres donde se encuentra el famosísimo y desconocido por muchos punto G, que desgraciadamente no podrás explorar hasta bien pasada la cuarentena. Después, junto a tu embarazada esposa prácticas diferentes jadeos y respiraciones para hacer menos doloroso el momento del parto, que culminan con unas clases teórico-prácticas de puericultura (muñeco incluido), para hacer tus primeros pinitos en el cuidado del bebé.

El siguiente paso una vez completada tu formación académica y siguiendo fielmente los consejos de este tipo de publicaciones y de familiares y amigos, es la preparación del sistema logístico para el transporte urgente de la parturienta. Para ello debes coger el coche y calcular el tiempo que necesitas para recorrer la distancia que hay entre tu casa y el hospital. Además debes contemplar rutas alternativas por si en el momento clave encuentras algún obstáculo que impida la llegada a la maternidad, y no te quede más remedio que aplicar tus amplios conocimientos de obstétrica (gracias al sistema del frigorífico), para asistir el parto de tu propia esposa dentro del coche.

Pero después de haber gastado cientos de euros en libros y revistas, haber escuchado los amables consejos de familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, e incluso personas desconocidas que por el simple hecho de ver que estás esperando un bebé se permiten la licencia de dar su opinión. Caes en la cuenta de que no ha valido absolutamente de nada, ya que cuando se acerca el feliz pero temido momento tu ginecóloga dice: - No os preocupéis veniros mañana que os inducimos el parto.

¡¡Vamos Rafa no me jodas!!, después de estar nueve meses estudiando más que si tuviera que prepararme unas oposiciones al ministerio y me sale con que nos inducen el parto. ¡¡Manda cojones!!, yo que me veía levantándome a las cuatro de la mañana, con el pañuelo blanco atado a la ventanilla del coche para llegar a la maternidad y resulta que todos los esfuerzos han sido en vano.

En este momento es cuando descubres la cara oculta de ser padre primerizo y al igual que todos los que han pasado por tu misma situación, has pecado de pardillo. Pero al final merece la pena porque recibes el premio más importante de todos, superior incluso a los otorgados cada año en honor a Alfred Nobel, el nacimiento de tu bebé. A raíz de esta feliz e inolvidable experiencia he decido estrenar un nuevo espacio en el blog para contar en la medida de lo posible mis experiencias como padre primerizo. Va a llevar como título: Diario de un premio “novel”, y con él quiero haceros participes de las aventuras y desventuras de este mundo tan desconocido, como la cara oculta de luna que tanto gusta a nuestro querido Iker Jiménez.


La cara oculta de la luna

En el programa Milenio 3 dirigido por el periodista y aspirante a ufólogo Iker Jiménez, que emiten en la CADENA SER los viernes y sábados a horas intempestivas. Hablaron de un estremecedor suceso referente a los misterios que se ocultan tras el hemisferio lunar que es imposible observar desde nuestro planeta. Con esa voz pausada e intrigante que le caracteriza relató la siguiente historia:

Veinticinco años después de la llegada del hombre a la Luna, Alan Davis, ingeniero jefe de la NASA entre 1959 y 1973, afirmó haber visto en las grabaciones obtenidas desde el satélite los restos de unas ruinas milenarias. Davis, que trabajó como encargado de la recepción de imágenes, en aquella noche del 20 de julio de 1969, afirma que se trataban de construcciones realizadas por vida inteligente que podrían tener un millón de años de antigüedad.

Según Alan Davis las ruinas estaban perfectamente definidas y en ellas se podían distinguir puertas y ventanas con claros signos de erosión. La expedición del Apolo XI trajo muestras de estas ruinas que fueron analizadas en los laboratorios de la NASA y que nunca se dieron a conocer.

- ¿Cómo se os queda el cuerpo?, realidad, ficción, o una de las múltiples leyendas que existen sobre la llegada del hombre a la luna, ¿quién sabe?.

Lejos de esta historia intergaláctica hay otra más terrenal, pero más enigmática si cabe que la de Alan Davis. En mi opinión habría que dedicarle un monográfico en este legendario programa radiofónico, pero como aquí no hay seres que vienen de otros planetas, ni extrañas civilizaciones, esta historia jamás se emitirá. Así que me veo en la obligación de contar un estremecedor relato digno de los capítulos emitidos en la vieja teleserie Historias de la cripta.

CONTINUARA……………………………………

jueves, 8 de abril de 2010

La historia de Chevito, Nicolasa y el Hada Juana

En una pequeña aldea rodeada de naranjos vivían Chevito y Nicolasa dos jóvenes hormigas que una cálida noche de verano se juraron amor eterno. Lo que más les gustaba era tumbarse sobre la húmeda hierba de su jardín y contemplar el cielo esperando ver alguna estrella fugaz para pedir un deseo, lo que hicieron cada noche durante un lustro, pero desgraciadamente nunca vieron ninguna. Desesperados tomaron la decisión de que si en el cielo de su aldea no caían estrellas fugaces andarían los kilómetros que hiciesen falta para buscar a su estrella y pedir un deseo. Prepararon su equipaje, se despidieron de sus familiares y amigos y comenzaron su aventura.

Visitaron miles de lugares pero en ninguno de ellos encontraron su estrella, hasta que en buen día siguiendo su particular viaje decidieron parar a descansar en una pequeña y acogedora posada atendida por un amable matrimonio de ardillas que con gran esmero atendían a su clientela.

-¡Buenas noches! , dijo Nicolasa. Estamos buscando alojamiento.

- Pues han venido al lugar indicado respondió amablemente el posadero.

- Mi nombre es Lolo y junto a mi esposa Lola llevamos más de un siglo hospedando a los miles de caminantes que han tenido la gentileza de visitar nuestra aldea.

-¿Qué les trae por aquí?

-Estamos buscando nuestro deseo, respondió Chevito.

-¿Vuestro deseo? , quizás aquí encontréis lo que andáis buscando, nunca se sabe, y sonriendo les acompaño a su habitación.

Una vez instalados bajaron a cenar y probaron los suculentos platos que las simpáticas ardillas habían preparado. Al terminar todos se reunieron junto a la chimenea, mientras que Lola servía un magnífico licor fabricado por ella, el viejo Lolo sentado en su mecedora aprovechaba para deleitar a sus huéspedes con las historias de un viejo diario que un misterioso forastero dejo olvidado en la posada. Con la parsimonia propia de un anciano y con voz grave pero pausada comenzó a relatarles la maravillosa historia del Hada Juana.

-A veinte días de viaje de este mismo lugar, bordeando el frío y abrupto litoral se encuentra el lugar donde la tierra termina. Allí, en el último reducto de tierra firme existe un pequeño islote coronado por un torreón, donde según cuenta la leyenda vive el Hada Juana. Aunque nadie la ha visto todos saben de sus bondades y quién consigue acceder a su morada superando los enormes peligros que ello conlleva, tendrá el enorme privilegio de ver cumplido un deseo.

-Las hormigas entusiasmadas con la historia que acaban de escuchar preguntaron:

-¿Cuáles son esos peligros de los que hablas?

-A lo que Lolo respondió:

-Para acceder al torreón deberéis atravesar un estrecho puente de piedra que une la costa al pequeño islote, debéis de tener mucho cuidado, pues es tan fuerte el oleaje que soporta que en un golpe de mar podéis ser devorados por las embravecidas aguas. Si conseguís cruzar con éxito el peligroso puente, quedara la parte más difícil, ascender por una sinuosa y serpenteante escalinata formada por 300 escalones tan resbaladizos que parecen hechos de mantequilla.

-¿Entonces si superamos todos estos peligros veremos nuestro deseo cumplido?, pregunto Chevito.

-Por supuesto respondió el viejo posadero. En el improbable caso que consigáis coronar la cima, tendréis que hacer sonar tres veces la campana que hay junto a la puerta del torreón y pedir un deseo. Cuando el Hada Juana escuche el mágico sonido de la campana premiara vuestra valentía y tesón haciendo realidad vuestro deseo.

-¡Magnífico, maravilloso!, gritaron las hormigas al unísono. No perdamos más tiempo y emprendamos nuestro viaje. Esta es la oportunidad que estábamos buscando para conseguir nuestro deseo.

A la mañana siguiente Chevito y Nicolasa agradecieron la enorme hospitalidad que las ardillas habían tenido con ellos, y se despidieron con la firme promesa de que volverían a visitarlos con su deseo cumplido.

Tras un viaje lleno de calamidades por fin llegaron a aquel inhóspito lugar. Un viento gélido golpeaba sus pequeñas caras, asustadas y temblorosas miraron a su alrededor buscando algún lugar donde cobijarse, pero el único sitio era aquel torreón. Un mar enfurecido sacudía con tal fuerza el estrecho puente de piedra que lo hacía zozobrar. Por un momento Chevito y Nicolasa dudaron, pero después de haber recorrido miles de kilómetros no iban a dejar pasar la oportunidad de intentarlo, además como incansables trabajadoras que eran confiaban en sus posibilidades y lo más importante de todo, era tal el amor que sentían el uno por el otro, que les daría las fuerzas necesarias para superar la prueba más difícil de sus vidas.

Sobre una gran roca dejaron todo su equipaje y cogieron únicamente lo necesario. Con unas hojas de encina se fabricaron un resistente impermeable para protegerse del fuerte oleaje y con raíces de brezo hicieron lo propio confeccionando una fuerte y robusta cuerda. Una vez preparados se besaron y comenzaron la peligrosa ascensión. Poco a poco Chevito y Nicolasa fueron superando todas las adversidades que iban encontrándose en el camino y con un esfuerzo titánico consiguieron alcanzar la cima. Todas las penalidades sufridas hasta entonces habían merecido la pena porque por fin iban a poder pedir su deseo. Pero cual fue su sorpresa que a escasos metros del torreón junto a una roca encontraron a una pequeña gaviota que estaba llorando.

-Acercándose cuidadosamente a ella le preguntaron:

-¿Qué te ocurre?

-A lo que la gaviota respondió:

-Toda mi familia se ha marchado a una nueva isla y como todavía no se volar no he podido acompañarles.

Las jóvenes hormigas le dijeron que no se preocupara porque le iban a ayudar a reencontrase con su familia. Una vez frente a la puerta del torreón hicieron sonar tres veces la campana. De pronto como por arte de magia la pequeña gaviota batió sus alas y comenzó a volar para reunirse con su familia. Aunque habían sufrido miles de peripecias antepusieron el deseo de la gaviota al suyo propio, pero en el fondo estaban contentos porque con ello habían conseguido que la gaviota pudiera estar junto a sus padres.

Cuando se disponían a comenzar el camino de vuelta, el Hada Juana les invitó a entrar en su morada. Chevito y Nicolasa se quedaron boquiabiertos porque según la historia del viejo diario nadie había tenido el privilegio de conocerla. Era esbelta y tenía la elegancia digna de una reina, sus ojos al igual que sus cabellos eran color de miel. Asustados e incrédulos entraron al salón y junto a un cálido fuego, tomaron una taza de chocolate caliente. Cuando la terminaron el Hada Juana se acercó a ellos y les dijo:

-He visto que habéis superado la difícil prueba de subir hasta mi torreón y en un gesto de generosidad habéis renunciado a vuestro deseo para cederlo a la pequeña gaviota. Así que cuando florezcan los naranjos perfumando las calles de azahar vuestro ansiado deseo se cumplirá.

Ante aquella afirmación y con sus ojos llenos de lágrimas, Chevito y Nicolasa se despidieron de la benévola Hada Juana y regresaron de nuevo a la aldea con firme esperanza de ver cumplido su deseo.

Tras un largo y gélido invierno llegaba el momento de disfrutar de los templados días que proporcionaba la llegada de la primavera. Para festejar tan magnifico acontecimiento, la aldea se vestía de fiesta y ensordecía debido al atronador estallido de los petardos y cohetes que sus habitantes lanzaban para celebrarlo. Una mezcla a pólvora y azahar perfumaba cada rincón, las calles engalanadas se llenaban de música y siguiendo una ancestral tradición se construían enormes monumentos de cartón piedra que días después serían devorados por un fuego purificador para convertirlos en cenizas.

Aquel día será recordado especialmente por la joven pareja de hormigas, ya que tal y como les prometió el Hada Juana su deseo se hizo realidad. Aunque habían soñado muchas veces con ese momento, vivirlo en primera persona fue una sensación tan maravillosa que difícilmente pueda describirse con palabras. Tras unas horas de incierta y dulce espera pudieron acunar a la pequeña Emma, que era tan bonita y despierta como su mamá había imaginado. Nada más conocer la feliz noticia, todos los familiares y amigos de la joven pareja acudieron junto a ellos para disfrutar de aquel ansiado y maravilloso momento. Con gran entusiasmo y llenos de júbilo brindaron por el nuevo miembro de la familia y salieron a la calle para disfrutar junto al resto de sus vecinos de las celebraciones por la llegada de la primavera y especialmente por el nacimiento de la pequeña Emma, que desde ese día llenó de felicidad el hogar de Chevito y Nicolasa.

FIN

lunes, 8 de marzo de 2010

Día Internacional de la mujer

Más de una vez, una de las preguntas que no me deja en paz por dentro es por qué en el pasado, y a menudo aún ahora, los pueblos conceden a la mujer un lugar tan inferior al hombre. Todos dicen que es injusto, pero con eso no me doy por contenta: lo que quisiera conocer es la causa de semejante injusticia.

Es de suponer que el hombre, dada su mayor fuerza física, ha dominado a la mujer desde el principio; el hombre, que tiene ingresos, el hombre, que procrea, el hombre, al que todo le está permitido. Ha sido una gran equivocación por parte de tantas mujeres tolerar, hasta hace poco tiempo, que todo siguiera así sin más, porque cuantos más siglos perdura esta norma, tanto más se arraiga. Por suerte, la enseñanza, el trabajo y el desarrollo le han abierto un poco los ojos a la mujer. En muchos países han obtenido la igualdad de derechos; mucha gente, sobre todo mujeres, pero también hombres, ven ahora lo mal que ha estado dividido el mundo durante tanto tiempo, y las mujeres modernas exigen su derecho a la independencia total.

Pero no se trata solo de eso: ¡también hay que conseguir la valoración de la mujer! En todos los continentes el hombre goza de una alta estima generalizada. ¿Por qué la mujer no habría de compartir esa estima antes que nada? A los soldados y héroes de guerra se les honra y rinde homenaje, a los descubridores se les concede fama eterna, se venera a los mártires, pero ¿qué parte de la humanidad en su conjunto también considera soldados a las mujeres?

En el libro Combatientes para toda la vida pone algo que me ha conmovido bastante, y es algo así como que por lo general las mujeres, tan solo por el hecho de tener hijos, padece más dolores, enfermedades y desgracias que cualquier héroe de guerra. ¿Y cuál es la recompensa por aguantar tantos dolores? La echan en un rincón si ha quedado mutilada por el parto, sus hijos al poco tiempo ya no son suyos, y su belleza se ha perdido. La mujeres son soldados mucho más valientes y heroicos, que combaten y padecen dolores para preservar la humanidad, mucho más que tantos libertadores con todas sus historias bonitas.

Con esto no quiero decir en absoluto que las mujeres tendrían que negarse a tener hijos, al contrario, así lo quiere la naturaleza y así ha de ser. A los únicos que condeno es a los hombres y a todo el orden mundial, que nunca quieren darse cuenta del importante, difícil y a veces también bello papel desempañado por la mujer en la sociedad.

Paul de Kruif, el autor del libro mencionado, cuenta con toda mi aprobación cuando dice que los hombres tienen que aprender que en las partes del mundo llamadas civilizadas, un parto ha dejado de ser algo natural y corriente. Los hombres lo tiene fácil, nunca han tenido que soportar los pesares de una mujer, ni tendrán que soportarlos nunca.

Creo que todo el concepto de que el tener hijos constituye un deber de la mujer, cambiará a lo largo del próximo siglo, dando lugar a la estima y a la admiración por quien se lleva esa carga al hombro, sin rezongar y sin pronunciar grandes palabras.

Martes 13 de junio de 1944 (Diario de Ana Frak)

lunes, 1 de marzo de 2010

¡¡ Willkommen, Bienvenue, Welcome !!

Con este peculiar y multicultural saludo el extravagante maestro de ceremonias del mítico Kit Kat Club, nos invitaba a entrar al sórdido, irónico y sarcástico mundo nocturno del cabaret de los años 30, donde los berlineses intentaban evadirse de una realidad que desgraciadamente acabaría imponiéndose. Mientras se gestaba el terrible gen del nazismo, la vida dentro del cabaret transcurría bajo un ambiente viciado por el humo del tabaco y el champagne barato. Aunque sin tantas pretensiones en nuestra particular Torre de Babel había una atmósfera parecida a la del legendario Club, donde de puertas para dentro no existían los prejuicios ni la censura y sus moradores podían dar rienda suelta a instintos más primitivos.

Como en cualquier fiesta que se precie, nosotros también teníamos a un singular maestro de ceremonias. Rozaba el medio siglo y sus rasgos delataban su lugar de procedencia, aunque poco quedaba ya de las costumbres con las que se había criado, porque después de estar viviendo durante dos décadas en España se había convertido en un moro con vicios de cristiano. Gastaba un particular mostacho de un negro zaino que hacían de él su sello de identidad. Era un consumidor compulsivo de tabaco y aguas destiladas, por ello en la Torre de Babel se encontraba como pez en el agua y si a esto le sumamos que era un gran aficionado a los juegos de mesa y de azar aquel lugar era el auténtico paraíso. Para él los días transcurrían sin ningún tipo de estrés, difícilmente podías verlo antes del mediodía porque como buen anfitrión era el último en irse de la fiesta de la noche anterior, así que su actividad laboral comenzaba tras la hora de comer. Su principal función era la de atender a la clientela, con la que la mayoría de las veces jugaba interminables partidas de dominó, regadas con los rancios jugos que emergían de los viejos barriles que desde tiempos inmemoriales descansan detrás de la barra, y que le servían de aperitivo para el gran espectáculo que cada noche se presentaba en club babeliano.

La tónica dominante de estas inolvidables veladas es que siempre excedían del horario permitido, así que la solución que tomaba el maestro de ceremonias era hacerlas a puerta cerrada, para dar un toque más íntimo y familiar a la jarana. Era entonces cuando bajo el amparo que nos proporcionaba el cierre de la persiana comenzaba la representación, donde un nutrido grupo de embriagadas almas se profesaban amistad eterna bajo el cálido influjo que proporcionaba el licor servido por el gran maestro, aunque también había ocasiones en las que el festejo se veía empañado por alguna que otra trifulca. Cuando los efluvios de los inagotables lingotazos de agua destilada mezclada con las burbujeantes chispas de la vida hacían su efecto en el líder espiritual de esta atípica familia, nosotros aprovechábamos la turca que le acompaña para entrar en la barra y servirnos la bebida a cuenta de la casa. Cuando la tajada llegaba a límites insospechados, nuestro querido maestro con paso inseguro y tambaleante se acercaba a la mesa donde siempre nos sentábamos y entre balbuceos nos espetaba: ¡¡Chiquillos diez minutos!! , este era el primero de una serie de avisos porque los diez minutos de cortesía que teníamos para marcharnos a casa se convertían en horas. Aunque siempre cumplíamos la parte del trato y terminábamos picando espuela, el resto de crápulas que allí dejábamos acompañando al gurú de la fiesta, eran sorprendidos por la señora que a la mañana siguiente se encargaba de limpiar y cocinar en aquel Kit Kat Club de barrio.

Por raro que parezca en ese ambiente nocivo y decadente aprendimos que cuando el espectáculo comienza la gente se olvida que cada uno es cada cual y los prejuicios se evaporan al igual que el alcohol en sus venas. Desde que pusimos fin a nuestra estancia en la Torre de Babel no hemos vuelto a saber del maestro de ceremonias y su séquito, supongo que habrán encontrado otro lugar donde celebrar sus memorables fiestas.

lunes, 22 de febrero de 2010

Torre de Babel

Aunque destartalada y vieja todavía conservaba el esplendor de años pasados, de hecho cuando cruzabas el umbral de su puerta comprobabas que entre aquellas paredes el tiempo se había paralizado. Sus techos altos y abovedados sujetos por vigas madera hacían que el nocivo humo que se respiraba flotara de manera permanente, igual que la niebla que cubre los cielos de la ciudad del Támesis. Bajo una extensa capa de colillas y ceniza, se vislumbraba un suelo de mosaico que después de tantos años casi habían desaparecido las geometrías figuras que lo decoraban. Tras una larga y pegajosa barra marcada por los cercos de las copas, descansaban unos grandes barriles de madera que guardaban litros de un vino rancio que tanto gustaba a sus fieles parroquianos, los cuales aprovechaban el bajo coste de esta bebida espirituosa para alegrar su retiro dorado jugando interminables partidas de dominó. Frente a ella estaban las habitaciones que años atrás habían sido la vivienda de sus fundadores, pero ahora servían para completar el aforo del local. En la parte trasera había un pequeño patio, su suelo adoquinado y desnivelado por el inevitable paso de los años hacía prácticamente imposible mantenerse erguido. Esto era un verdadero problema para sus beodos habitantes, ya que cuando salían a vaciar sus castigados riñones hacían verdaderos equilibrismos para no darse de bruces. Estaba coronado por un centenario ficus de interminables raíces, cuya agradable sombra creaba un pequeño microclima que hacía a los cálidos meses de verano más llevaderos.

Aquel lugar centro de acogída de lo más granado del barrio, era una auténtica institución, una mezcla entre la Cueva de Luis Candelas y el Gran Café Gijón, admitía a cualquier persona sin importar su raza, credo, o religión. Según contaban los más viejos del barrio era tal el embrujo que ejercía sobre quienes la visitaban que una vez entrabas en ella ya no podías salir. Algo parecido a aquellas antiguas historias de sirenas que utilizaban la seducción de sus cantos para hacer naufragar a los marineros. Evidentemente por razones que se escapan a la lógica caímos rendidos en su misterioso hechizo y haciendo honor a la leyenda entramos a formar parte del selecto club bodeguero. Desde ese mismo instante todo nuestro universo quedó reducido a aquellas cuatro paredes que sólo abandonábamos en contadas ocasiones para visitar a la vecina del segundo, que según decían vendía cosa fina. El resto del tiempo al igual que nuestro dinero lo perdíamos en largas partidas de cartas, pero de entre todas las actividades ludópatas que no lúdicas que practicábamos, había una en particular que nos gustaba más que la angelical e inocente mirada de Natalie Imbruglia.

En una de las habitaciones que antaño habían ocupado sus fundadores se instaló un futbolín, porque con gran visión comercial su dueña pensó que debido a la cada vez mayor afluencia de gente joven sería una buena fuente de ingresos para sus arcas. Y no andaba equivocada porque allí pasábamos prácticamente todo el tiempo, hasta el punto que monopolizamos aquella estancia como si fuera de nuestra propiedad. Desde aquel día se dejó de escuchar el mítico programa “Tu canción, tu recuerdo” que emitían en la 97.7 Valencia y que tanto les gustaba escuchar a sus parroquianos, para dar paso al constante y metálico traqueteo de los jugadores pateando la pelota. La sorpresa vino cuando llegó el momento de hacer la recaudación y recoger los jugosos beneficios, ¿sabéis cual era la recaudación?, NADA y os preguntareis: ¿cómo es posible que después de tantas horas jugando no haya ni una peseta?, aquí tenéis la respuesta.

En vez de monedas introducíamos una cinta metálica por la pequeña ranura que quedaba cuando tirabas de la palanca que accionaba la caída de las bolas. Cuando ésta hacía tope tirabas de la palanca a la vez, y activabas el mecanismo que hacía salir las bolas, igual que si hubieses metido una moneda. Tras el monumental cabreo de la dueña y con la firme promesa de que no lo volveríamos a hacer dejó el futbolín, eso sí, con un complejo sistema de seguridad para que nadie pudiera introducir nada por aquella “rajita”. Con lo que no contaba es que nuestra promesa la habíamos hecho con los dedos cruzados, porque un nuevo sistema para echar partidas gratis ya estaba en funcionamiento. Era más rudimentario y consistía en aplicar las leyes básicas de la física, es decir, volcábamos el futbolín hacia el lado por donde salían las bolas y debido a la gravedad estas salían de balde por su propio peso. Fue entonces cuando de manera tajante tomó medidas drásticas y como solución, clavó las patas del futbolín al suelo para evitar futuros levantamientos. Tras esas drásticas medidas no encontramos la manera para jugar partidas gratis, así que abandonamos nuestra afición, lo que provocó la definitiva retirada del futbolín.

Esto es sólo una muestra de las muchas anécdotas que allí vivimos, porque en aquella pequeña Torre de Babel claro ejemplo de convivencia entre gentes de distinto pelaje, pasamos una etapa importante de nuestras vidas, quizás la mejor. Y aunque cada vez se hacen más borrosos los recuerdos, siempre que tenemos la oportunidad nos gusta rememorar aquellos interminables días en los que vivíamos bajo su misterioso embrujo. Nada queda ya de la antigua bodega y las historias que ocurrieron en ella, por eso intentaré relatarlas dentro de los límites del secreto sumarial, porque hay algunas que son de uso exclusivo, de aquellos que durante una década respiramos el inconfundible aroma de la “sarna bodeguera”.

martes, 9 de febrero de 2010

De repente, un extraño

Después de las interminables vacaciones estivales llegaba el momento de comenzar un nuevo curso escolar. Mientras mi madre preparaba el uniforme, una mezcla de sentimientos contrapuestos embargaba mi corta existencia. Por una parte estaba feliz por el reencuentro con mis viejos compañeros de pupitre, a los cuales les enseñaría las heridas de guerra que el verano había dejado grabadas en mi piel, pero también me acompañaba la incertidumbre por conocer al nuevo maestro, el cual y según la versión de los hermanos mayores se gastaba muy malas pulgas. Por otra parte volvería a sentir el inconfundible pero efímero aroma de mis nuevos libros de texto, ya que en breve probarían el aceitoso sabor de mis bocadillos de atún. Sin más remedio y añorando las aventuras vividas a bordo de mi bicicleta, cerraba la cartera en la que guardaba el libro de Vacaciones Santillana por terminar y ponía rumbo hacia el colegio.

Al entrar a clase el ruido era ensordecedor y comenzaba un festival de besos, abrazos y lágrimas de algún que otro nostálgico que no se había hecho a la idea de que el verano habían llegado a su fin. Tal y como imaginaba mis amigos y yo mostrábamos orgullosos nuestras cicatrices, mientras que las chicas entre confidencias hablaban de sus estivales amores platónicos. Había unas reglas no escritas en virtud de las cuales tenías que compartir pupitre con tus amigos del alma, si eras del sector empollón ocupar las primeras filas y viceversa si pertenencias a los revoltosos, aunque estas normas siempre se revocaban por orden de la autoridad competente. El profesor después de aquellos momentos de cortesía y al grito de ¡¡SILEEENCCCIOOO!! , ponía orden al atronador guirigay. Acto seguido y después de una breve presentación se producía un acontecimiento que cada año se repetía, la llegada del “NUEVO”. Mientras que con voz temblorosa decía su nombre, los matones de la clase se frotaban las manos pensando en las perrerías de las que iba a ser víctima, nosotros en cambio intentaríamos por todos los medios acogerlo bajo nuestra protección, siempre y cuando no se declarara empollón, porque en esas circunstancias no podríamos hacer nada por el, y quedaría abandonado a su suerte. Con toda esta liturgia nos aclimatábamos a nuestra nueva vida, los temores por el comienzo de una nueva etapa habían desaparecido, y a la hora del recreo el verano quedaba ya como un fugaz recuerdo.

Los días transcurrían con total normalidad dedicándonos a los menesteres propios del mes de septiembre: forrar los libros, renovar el material escolar y para los que tenían la suerte de haber crecido unos centímetros (que no era mi caso), estrenaban zapatos y uniforme. Pero de repente toda esta rutina se vio alterada por una noticia que cruzó el barrio de parte a parte, perturbando la tranquilad de todos sus habitantes, en especial de nuestras madres. Según decían por los colegios de la zona merodeaba un tipo extraño que ofrecía de manera desinteresada regalos a los niños. Fue en ese momento cuando mis padres me explicaron que jamás aceptara caramelos, ni regalos de desconocidos. Aunque permanecía atento a sus explicaciones, pensaba que estaban locos porque: ¿que mal había en recibir prebendas de una persona altruista?, pero no fui el único, ya que todos los integrantes del colegio habían recibido la misma arenga. Como es de suponer aquel día una morbosa curiosidad despertó en nosotros y aunque con el miedo en el cuerpo, ansiábamos que algún día no muy lejano aquel extraño señor apareciera por el Liceo cargadito de regalos. Por alguna extraña razón que se escapaba a nuestro entendimiento se cumplió la máxima que dice: “Ten cuidado con lo que deseas podría hacerse realidad”, porque aquel caballero nos estaba esperando junto a la cabina telefónica que había frente a la puerta del colegio para repartir regalos.

Desoyendo los consejos paternos nos preparamos para la madre de todas las batallas, intentar llegar el primero para conseguir el mayor número de regalos posibles, aunque en realidad nadie sabía que regalaba. Cuando el profesor dio por finalizadas las clases, nos ajustamos los tirantes de las mochilas, apretamos con firmeza los cordones de nuestros zapatos y nerviosos nos dirigimos hacia la salida. Pero un imprevisto echó al traste nuestro ansiado sueño, porque directora del colegio había prohibido de manera taxativa la salida hasta nueva orden. Por lo visto aquel extraño individuo que vestía gabardina y gafas oscuras era un tipo peligroso que estaba ávido de niños, y hasta la llegada de la policía debíamos permanecer dentro. El rumor corrió como la pólvora ante la indignación de todos, y como nadie estaba dispuesto a renunciar a su regalo se produjo una avalancha hacia la puerta de salida. Tal fue la fuerza que el profesorado no puedo contenerla y como una manada de elefantes furiosos salimos en estampida hacia la calle a recoger nuestro botín. Una vez fuera del colegio el tipo de la cabina se desabrochó lentamente su gabardina, y ante la atónita mirada de todos desveló la gran sorpresa que guardaba. Al verla nos quedamos boquiabiertos, máxime cuando la cogió y la mostró sin pudor alguno, de hecho hubo gente que no pudo resistir y volvió a buscar refugio en el colegio. El muy canalla tenía entre sus sucias manos el Álbum Oficial de la Liga de Fútbol Profesional Temporada 85-86, cromos incluidos. Así que como un gran tsunami fuimos hacia el para conseguir el mayor de los tesoros. En décimas de segundo nos abalanzamos y quedó empotrado contra el cristal de la cabina, mientras que cientos de pequeñas manos estiraban de la bolsa donde guardaba los álbumes y los cromos. Al verse atrapado por aquella marea humana y como única opción de supervivencia, lanzó la bolsa al aire para desviar nuestra atención y poder salir del atolladero. Puedo asegurar que consiguió su objetivo, porque cuando la bolsa llegó al suelo se produjo una auténtica pelea callejera. Cuando llegó la policía tuvo que emplearse a fondo para dispersar a las violentas masas, mientras que el pobre repartidor de cromos era atendido por una crisis de ansiedad.

Después de aquella terrible experiencia el repartidor de PANINI solicitó la invalidez permanente por daños psicológicos. Lo último que supe de él es que en vez de regalar álbumes y cromos, cambió de negoció y se dedicó a echar en los cubatas aquel famoso estupefaciente del que tanto hablaban nuestras madres (cosas del altruismo). Nosotros en cambio por aquel salvaje acto vandálico fuimos castigados a coleccionar durante la Temporada 85-86 los cromos de la Abeja Maya y sus amigos.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Juego de niños

¡¡Recreeeoooooooooooooo!!, al escuchar aquellas mágicas palabras salíamos como almas que lleva el diablo para disfrutar de nuestro momento de esparcimiento en aquel limitado patio de luces. A pesar de sus reducidas dimensiones sabíamos sacarle partido. Esas lúdicas jornadas estaban amenizados por las inconfundibles voces femeninas, que saltaban a la comba, pisaban la goma y tocaban las palmas al ritmo de estos incunables que en alguna ocasión hemos entonado:

PLAZA REDONDA

En la plaza redonda, redonda.
Hay una zapatería, donde van las chicas guapas, a tomarse las medidas.
Se levantan la faldita, se les ve la pantorrilla,
y los chicos de vergüenza se han caído de la silla.

“Evidentemente con esta insinuante canción nació nuestra enfermiza obsesión hacia el género femenino, y fundamentalmente en lo que escondían debajo de aquellas faldas plisadas.

LA CALLE 24

En la calle-lle, veinticuatro-tro,
habido-dodo, un asesinato-to,
Una vieja-ja, mató un gato-to,
Con la punta-ta, del zapato-to.
Pobre vieja-ja, pobre gato-to,
Pobre punta-ta, del zapato-to.

“No se mis compañeros pero a mi, que esta historia estaba protagonizada por la directora del colegio”.

SOY CAPITÁN

Soy capitán, soy capitán.
De un barco inglés, de un barco inglés,
y en cada puerto tengo una mujer.

La rubia es, la rubia es,
fenomenal, fenomenal,
y la morena no está nada mal.

Si alguna vez, si alguna vez,
me he de casar, me he de casar,
me casaría con, esa mujer.

“A día de hoy esta canción ha sido prohibida por sexista, según Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo”.

EL CUARTEL

Al pasar por el cuartel, se me cayó un botón,
y vino el coronel, a pegarme un bofetón.
Que bofetón me dio el cacho de animal,
que estuve siete días sin poderme levantar.

¡¡UNO, DOS, TRES, CUATRO, CINCO, SEIS Y SIETEEEEEEEEEEEEEEE!!

Las niñas bonitas, no van al cuartel,
porque los soldados, les pisan los pies.
Soldado, soldado, no me pises el pie,
porque soy pequeñita, y me puedo caer.

Si ere pequeñita, te voy a regalar,
un vestidito blanco, para ir a pasear.
Cortito de delante, larguito de detrás, con cuatro volantes.
Adiós mi capitán.

“Bastantes hostias nos llevábamos de la directora, como para ir hacer la mili”.

AL PASAR LA BARCA

Al pasar la barca,
me dijo el barquero:
las niñas bonitas
no pagan dinero.

Al volver la barca
me volvió a decir:
las niñas bonitas
no pagan aquí.

Yo no soy bonita
ni lo quiero ser.
Las niñas bonitas
se echan a perder.

Como soy tan fea
yo lo pagaré.
Arriba la barca
de Santa Isabel

“Canción cruel donde la haya en la que deja bien claro a las niñas que como seas fea lo vas a tener muy difícil en la vida”.

SANCHO PANZA

El verdugo Sancho Panza-za-za,
ha matado a su mujer-er-er.
Porque no tenía dinero-ero-ero
para irse, para irse,
al café-fe-fe

En el café había una vía-ia-ia,
por la vía pasa el tren-en-en
Y un lorito va diciendo-endo-endo
¡Viva Sancho, Viva España, Viva El Rey!

“Sobran los comentarios”

MAYSEFOYUTI

Maysefoyuti
tu eres chancla
Por eso yuti
Maysefoyu

La sinagoga
domenico la chacha
Por eso yuti
Maysefoyu

"Agradecería que si alguien conoce realmente la letra me lo diga, porque esta es una de las mayores dudas existenciales que me persiguen desde mi infancia".

Ajenos a estos cantos de sirena y viendo que bajo la atenta vigilancia del profesorado no podíamos levantar la falda a nuestras compañeras, nos dedicábamos a otros menesteres para aplacar nuestros prematuros pensamientos impuros y demostrar quién mandaba en el patio, si los integrantes del Grupo A que era el mío o los del Grupo B. Como es de imaginar cualquier práctica que realizábamos acababa en una cruenta batalla campal, con algún que otro castigado. Las prácticas más utilizadas eran las siguientes:

¡¡LA LLEVAS!!

Para elegir quien pagaba se utilizaban los clásicos métodos de sobra conocidos, pares/nones o en su defecto el oro/plata. El elegido tenía la peste y su función era contagiarla lo más rápido posible. Una vez pillabas a alguien le decías ¡LA LLEVAS!, y automáticamente quedabas curado y así sucesivamente. Al final era tal el follón que se montaba que no sabías quién era el apestado.

EL ESCONDITE

Aunque el patio era pequeño daba para esconderse, quien palmaba debía buscar a la gente por todos los rincones posibles. Una vez localizados acudías “a mare” y decías: ¡Por José, que está escondido detrás de los cubos!. Si conseguías encontrar a todos pagaba el primer localizado, pero había una posibilidad para volver a pagar. Si el último del grupo conseguía llegar “a mare” sin que lo pillaran salvaba a todos, pero para que fuera efectivo tenía que decir: ¡Por mí, por todos mis compañeros y por mi primero! , ante los gritos de alegría de la concurrencia.

FÚTBOL PLATA

Su mecanismo era igual al fútbol calle, es decir todo vale, pero con una ligera diferencia, el esférico a patear se fabricaba a base de unir todo el papel de plata de nuestros almuerzos hasta formar una especie de balón, el cual quedaba aplastado a los pocos minutos. A partir de ese momento el objetivo a patear eran las espinillas de tus contrincantes.

¡¡CHURRO VA!!

Este era el juego por excelencia, ¿quién no recuerda aquella mítica frase?. “Churro, media manga o mangotero, adivina lo que tengo en el mortero”. Aunque su funcionamiento parezca simple requería de una gran estrategia porque el orden de salto era fundamental para intentar derribar la fila formada por el equipo contrario. Nosotros disponíamos de tres pesos pesados que hacían de las espaldas del contrincante un verdadero infierno, aunque cuando les tocaba pagar a los del B, también utilizaban su armamento pesado. Cuando a los de mi clase nos tocaba pagar, yo era el elegido para hacer de almohadilla, ya que debido a mi corta estatura y mi peso de mosquito la cadena quedaba endeble y descompensada. Pero mi función era de gran responsabilidad porque debía controlar que los saltos fueran los más limpios posibles y no se utilizaran objetos contundes. Cuando uno de los grupos derribaba la fila, el otro como castigo se lanzaba al “montonet”, para repartir toda la leña posible.

Y así, con estos juegos y canciones disfrutábamos de nuestros almuerzos en el Corbi, donde nuestra única preocupación era no agujerear los pantalones, para evitar pasar el resto del curso con aquellas incomodas rodilleras.

Una palabra

Una palabra no dice nada
y al mismo tiempo lo esconde todo,
igual que el viento esconde el agua
como las flores que esconden lodo.

Una mirada no dice nada
y al mismo tiempo lo dice todo,
como la lluvia sobre tu cara
o el viejo mapa de algún tesoro.
Como la lluvia sobre tu cara
o el viejo mapa de algún tesoro.

Una verdad no dice nada
y al mismo tiempo lo esconde todo,
como una hoguera que no se apaga
como una piedra que nace polvo.

Si un día me faltas no seré nada
y al mismo tiempo lo seré todo,
porque en tus ojos están mis alas
y está la orilla donde me ahogo.
Porque en tus ojos están mis alas
y está la orilla donde me ahogo.

Carlos Varela

jueves, 28 de enero de 2010

La letra con sangre entra

El LICEO, fue la escuela filosófica creada por Aristóteles en el año 336 a.c. Recibió este nombre por estar situada al lado del templo dedicado a Apolo Licio. La escuela poseía un jardín por el que, según la tradición, el maestro paseaba con sus discípulos. En griego peripatêín significa pasear, por ello a los seguidores de Aristóteles también se les llamó peripatéticos, y a la escuela Peripatos. Las clases que se impartían podían tener el carácter de lecciones, discusiones o comentario de obras. Aparte del ámbito cultural y pedagógico, también se hallaban reguladas otras actividades en común, como los banquetes mensuales y las fiestas para el culto.

Gran parte de la aristocracia del barrio incluida mi familia, cursó sus estudios obligatorios en el Liceo, pero no el de Aristóteles, sino el Corbi. La manera de reconocernos era evidente ya que la condición indispensable para formar parte de este elitista grupo era vestir con uniforme. Se componía de: calcetines rojos, pantalón gris, camisa blanca y suéter de pico rojo con dos franjas grises en la manga derecha, como colofón durante las horas lectivas tenías que ponerte un babero de cuadritos azules y blancos con las iniciales de tu nombre bordadas en el pecho. Como es de imaginar, a la salida del colegio toda la mala gente del barrio nos esperaba para darnos de hostias por vestir con tan ridículo atuendo.

Era el típico colegio de planta baja, el lugar destinado para nuestro diario recreo era el patio de luces del edificio cuyo bajo ocupábamos, de hecho, era tan sumamente pequeño que teníamos que salir por turnos a comernos el bocata, porque si salíamos a la vez corrías grave peligro de morir por avalancha. Al igual que sus instalaciones, su enseñanza era rancia y recordaba a la que se impartía en tiempos pasados, donde los castigos, capones y cachetes estaban a la orden del día, era una enseñanza tradicionalista y de costumbres. Recuerdo que cuando la directora cumplía años todos los alumnos con la inestimable ayuda de los profesores le preparábamos una fiesta, regalos incluidos. Sentada en una silla como una auténtica reinona, uno a uno pasábamos frente a ella para darle nuestras más sinceras felicidades. Como no podría ser de otra manera l@s más pelotas de cada clase preparaban un playback con la canción de moda del momento, y los que rozaban el límite del repelentismo le dedicaban una poesía ensalzando sus virtudes. Supongo que como eran los protegidos de la querida directora, no habían probado en sus carnes los capones y levantamientos de patilla que dispensaba a los más revoltosos del colegio.

Este era el único día del año en el que salía de sus aposentos, porque lo que más le gustaba era estar en su despacho donde controlaba de manera férrea los movimientos de profesores y alumnos. La manera que tenía para comunicarse con el mundo exterior era a través de un interfono, así que en cada clase había uno instalado. Todos los días antes de la hora del almuerzo escuchábamos por aquel maldito aparato su frase preferida: ¡¡MATERIAL Y A PAGAR!! , es decir, los cuadernillos Rubio, cartillas de lectura, libros de texto y demás material escolar, era de obligado cumplimento comprarlo en el colegio. Al ser concertado, todos los meses había que pagar un pequeña mensualidad, para se más exactos 480 pesetas. Lo recuerdo porque todos los meses mi padre me preparaba un talón para entregárselo a la directora a cambio de un recibo. Esta amable señora sólo permitía los pagos al contado o por talón bancario, y pobre de ti como te retrasaras en el pago, porque hacía de tu vida un verdadero infierno hasta que tus padres liquidaran la deuda. Cuando escuchabas tu nombre por el interfono, era síntoma inequívoco de que se repartían hostias y tú tenías todas las papeletas. Con el corazón a mil y el cagallón llamando a la puerta entrabas a su despacho. Sus muebles de estilo inglés y de maderas nobles daban una imagen de sobriedad que todavía hacían aumentar tu miedo, si a eso le sumamos el crucifijo, y la foto de Sus Majestades los Reyes de España el panorama rozaba lo dantesco. Para darle más pánico a la situación siempre se dirigía a ti, hablándote de usted y por el apellido. Entonces llegaba el momento de la verdad, si te invitaba a sentarte estabas salvado, porque lo único que quería era recordarte que tus padres se pusieran al corriente de los pagos. Pero como te ordenara ponerte a su lado estabas jodido, porque aparte del premio gordo te llevabas las dos aproximaciones, y volvías a clase con las orejas haciendo palmas.

Otro de los terribles momentos en los que tenías que visitar aquel temido despacho era cuando pasabas de cartilla. Una vez que la profesora te veía preparado para aumentar tu nivel de lectura te mandaba a que la directora confirmara la decisión. Al llegar cogía la cartilla y elegía un capitulo al azar para que lo leyeras. Con voz temblorosa comenzabas a reproducir el texto bajo atenta su atenta mirada, cuando los nervios te traicionaban y te quedas enganchado en alguna palabra, te propinaba un ligero cachete que hacia que el resto del texto lo leyeras de carrerilla. Una vez superada la prueba, sacaba un pequeño estuche donde guardaba las medallas al mérito escolar, cuyo tamaño variaba en función del logro conseguido. El ritual era siempre el mismo, firmaba la cartilla para certificar que habías superado la prueba, te colocaba en el pecho la medalla que debías llevar durante toda la semana, y como agradecimiento debías propinarle un par de besos. Acto seguido volvías a clase para mostrar a tus compañeros la merecida medalla, mientras que ellos te dedicaban una cerrada ovación. Aparte del sistema de las medallas al mérito escolar, teníamos en sistema de puntos. Eran unos cartoncitos de 1, 5, 10, 20 y 50 puntos, con los que los profesores te premiaban si tenías buen comportamiento, realizabas bien las tareas, etc. Hasta 2º de EGB estos puntos se cambiaban por pequeños premios y en 3º y 4º por positivos en el boletín de notas.

Bajo este estricto sistema pasé mis primeros cinco años de estudiante, en los que me lleve unos cuantos pescozones, alguna que otra medalla, sumé los suficientes puntos como para llevarme a casa en dos ocasiones a la tortuga que teníamos como mascota y un buen puñado de positivos. En aquel colegio aprendimos que “La letra con sangre entra”, puede ser que el sistema no fuera muy ortodoxo pero a nosotros nos funcionó.

Con este post da comienzo un nuevo apartado al que he bautizado con el nombre de: “El pupitre de atrás” en el que voy a relatar mis aventuras y desventuras en el difícil mundo de la extinta EGB.

miércoles, 20 de enero de 2010

Adivina, adivinanza

¿Quién no ha jugado alguna vez a las adivinanzas?, supongo que la mayoría de nosotros. Recuerdo que durante mis primeros pasos en eso que llamaban EGB, había un día que reservábamos especialmente para jugar a las adivinanzas. Eso sí, siempre y cuando durante la semana nos hubiéramos portado bien. La verdad es que era muy divertido, porque aparte de ganar una chuchería si la acertaba, aprendía un montón de acertijos que luego utilizaba para entretenerme junto a mis hermanas. Sus rimas eran de lo más tontas, pero por aquel entonces parecían auténticos jeroglíficos. Todos recordamos la clásica adivinanza de la navaja, del chocolate, del plátano, etc. Para rememorar aquellos maravillosos años os planteo la siguiente adivinanza:

Aunque pequeñito y juguetón,
te hará disfrutar un montón.
Aunque de plástico sea,
soportará cualquier odisea.
Con sus 7,5 cm de extensión,
llegarás a la extenuación.


¿Qué es…………………?

Pese a que vuestras mentes corruptas y calenturientas hayan pensado en juguete sexual me estaba refiriendo al único, genuino, incomparable e inconfundible “Click de Famobil” bautizado así por Famosa cuando consiguió la patente para fabricar estos simpáticos muñecos ideados por Hans Beck, actualmente se fabrican en Alemania bajo su nombre original, PLAYMOBIL. Esta graciosa figura tiene 7,5 cm de altura, está hecha de un colorido plástico y una sonrisa permanente dibuja su cara. Vieron la luz por primera vez en 1974 y desde entonces más de 2 billones de estos divertidos muñecos forman parte de las habitaciones de los niños en los cinco continentes. Al principio solo existían hombres en el mundo de PLAYMOBIL, pero hartos de compartir sus vidas entre tanto maromo, organizaron una caravana de mujeres (Clack llamadas en España) y dos años después se unieron matrimonio. En 1981 las felices parejas tuvieron descendencia y trajeron al mundo a unas pequeñas figuras de 5,5 cm, seguidas por los benjamines de la casa con 3,5 cm para completar la bienaventurada familia.

Si tuviéramos que elegir el juguete que ha marcado nuestra infancia, ganarían por mayoría los Clicks, porque gracias a ellos hemos conocido antiguas civilizaciones, navegado por mares y océanos buscando antiguos tesoros sumergidos en el fondo de la bañera, visitado el continente africano para ver de cerca a los animales de la selva en peligrosos safaris. También hemos librado arduas batallas en torneos medievales por el amor de una princesa, sin olvidarnos de las clásicas peleas entre los indios y el séptimo de caballería. Muchos de los policías, bomberos y médicos que hoy en día velan por nuestra integridad, descubrieron su vocación mientras jugaban con estos entrañables muñecos a los que no les falta detalle. Estas pequeñas miniaturas de plástico que hacen las delicias de pequeños y mayores, se han ganado un puesto de honor y deberían ser considerados por los historiadores como la CIVILIZACIÓN PLAYMOBIL. Aunque a día de hoy las videoconsolas son el producto estrella, todavía queda un hueco en las estanterías para estas personillas que vienen empaquetas en su característica caja azul.

Son tantas las historias que he vivido con mis clicks, que necesitaría otro blog para poder contarlas, espero que mientras leéis este post recordéis alguna aventura vivida con los vuestros. Antes de concluir deciros que aunque parezca mentira prefería mil veces ser policía, que navegar en el barco pirata.

Dedicado a Beatriz y Sergio auténticos clickadictos, y a Marchi por haber inculcado a sus hijos la cultura PLAYMOBIL.

martes, 19 de enero de 2010

Leche, cacao, avellanas y azúcar….

Estos son los ingredientes que han endulzado mis tardes durante gran parte de mi infancia. Aparte de terminar mezclados junto a mis jugos gástricos, decoraban las páginas de mis cuadernillos Rubio, donde con más pena que gloria aprendía el arte de la escritura inclinada. Zamparse un buen bocata de NOCILLA era de obligado cumplimento allá por los ochenta, porque además de hacer las delicias de los pequeños de la casa, su envase servía a las madres para completar la vajilla. ¿Quién no ha bebido alguna vez con el clásico vaso de NOCILLA?, supongo que cualquier persona de bien, de hecho cuando voy a comer a casa de mis padres todavía pululan aquellos vasos que tantas tardes de gloria me dieron.

Para los paladares más golosos existían dos versiones alternativas: una era la NOCILLA de dos colores, de hecho si no me falla la memoria creo que hasta había una de fresa. Pero como auténtico purista, fiel consumidor de ésta crema de cacao, jamás permití que mi madre comprara este esperpento alimenticio. La otra era una versión casera que habitualmente preparaban las abuelas cuando acudías a visitarlas, se componía de leche condensada, con una cucharada de Cola-Cao/Nesquik. Esta empalagosa mezcla hacía que el Ratoncito Pérez hiciera horas extra, porque ante tal cantidad de azúcar, tus rapaces dientes no eran capaces de sobrevivir. La forma de degustar este magnífico invento del siglo XX era múltiple y variada, podías comerla directamente del bote introduciendo el dedo, o saboreándola en espectaculares tartas de cumpleaños, mezclando este prodigioso manjar, junto a un milhojas de Galletas Rio mojadas en café, con una suave, cremosa y refrescante lámina de flan de vainilla. Pero como realmente me gustaba tomarla era de la siguiente manera: entre dos galletas María Dorada Marbú (este producto es imprescindible porque sin él perdía todo su sabor), se aplicaba una generosa capa de NOCILLA, se introducía en el congelador, y pasada una hora cuando había solidificado, la degustaba lentamente para percibir con detalle como esa explosión de sabores estallaba en mi boca.

Recetas aparte, esta maravillosa exquisitez era sinónimo de interminables sesiones televisión y de juegos callejeros, donde mi única preocupación era que mi madre comprara el tambor de LUZIL con el que regalaban chapas metálicas con las fotos de los ciclistas del momento, para correr la Vuelta Ciclista a España sin moverse del barrio. Junto a mi inseparable bocadillo me pasaba horas decorando y afilando la punta de mi peonza, para combatir en aquellas luchas encarnizadas en las que a base de golpes y empujones sacabas del círculo de tiza al resto de peonzas enemigas, o apostando canicas en polvorientas timbas, que dejaban mis rodillas hechas trizas. En alguna ocasión y debido a mi pequeña mente de pandillero juvenil, la utilicé junto a mis amigos con fines maléficos. Recuerdo que la persona encargada de velar por la seguridad y el mantenimiento del edificio donde pasábamos las vacaciones era el Sr. Rafael. En teoría estas eran sus funciones, aunque en la práctica se pasaba todo el santo día sentado en el zaguán, sobre una confortable mecedera, apurando al máximo sus cigarrillos Celtas, leyendo revistas del corazón y refunfuñando constantemente sobre lo duro que era su trabajo.

Un día nos comentó que la tarde la iba a dedicar a repasar con pintura el cerco que quedaba alrededor del pulsador de la luz. No se muy bien porque razón le boicoteamos, la cuestión es que lo hicimos. Nuestras madres ajenas al acto vandálico que íbamos a cometer nos prepararon un buen bocata con extra de NOCILLA. Esperamos agazapados dándonos dos pisos de ventaja a que el Sr. Rafael comenzara su trabajo. Todo transcurría con normalidad hasta que llegó al tercer piso, de pronto su voz quebrada debido a la cantidad de nicotina consumida a lo largo de su vida, se escuchó por todo el rellano cagándose en DIOS. Desafortunadamente para él, en cada piso que coronaba se encontraba las paredes llenas de la genuina crema de cacao. Cuando llegamos al onceavo y con los ojos llenos de lágrimas debido a nuestras carcajadas, cogimos el ascensor y bajamos a la calle como si la cosa no fuera con nosotros. Aunque jamás pudieron inculparnos por falta de pruebas, nuestras madres sabían a ciencia cierta que sus vástagos habían sido los artificies, así que como toda acción tiene su consecuencia, estuve durante un largo tiempo merendando bocadillos de mortadela con los bordes resecos.

Los años han pasando y la NUTELLA le está ganando la partida a nuestra querida NOCILLA, supongo que será por culpa de la globalización, pero pienso que el motivo principal es que todos los que nacimos durante el famoso “baby boom” de los setenta, hemos superado la treintena, somos víctimas de una alopecia incipiente y la goma de nuestras delgadas cinturas empieza a ceder de una manera preocupante, razón de más para moderar el consumo de este producto patrio. Así que desde este blog hago un llamamiento para que dejemos a un lado esos pelos y kilos de más, a ver si entre todos conseguimos que la NOCILLA vuelva a recuperar el lugar que se merece.

Ahora, cuando me preparo un bocata de esta mágica mezcla me pregunto: ¿dónde fue mi niñez?, supongo que se quedó entre aquellas paredes que el sufrido Sr. Rafael estuvo pintando durante el resto del verano y en los vasos que todavía mi madre guarda en sus armarios.

jueves, 14 de enero de 2010

Mercenarios

“En 1972, un comando compuesto por cuatro de los mejores hombres del ejército americano, fueron encarcelados por un delito que no habían cometido. No tardaron en fugarse de la prisión en la que se encontraban recluidos. Hoy, buscados todavía por el gobierno, sobreviven como soldados de fortuna. Si tiene usted algún problema y se los encuentra, quizás pueda contratarlos”.

Así comenzaba el Equipo A, serie ochentera por excelencia que tiene el enorme privilegio de ocupar un lugar de honor en el Olimpo de los clásicos. Cada tarde disfrutábamos de sus aventuras por uno de los dos canales de los que disponíamos por aquel entonces. Esta mítica serie con la misma caspa que las películas de Serie B tuvo gran éxito entre la juventud de la época. Sus capítulos eran siempre igual: familia de la América profunda con hija buenorra se encuentra sometida a las continuas putadas del terrateniente del pueblo, contratan al Equipo A para que resuelva el conflicto. Con los escasos medios de los que disponen se enfrentan al poderoso enemigo haciéndole morder el polvo, después de repartir de lo lindo, explosionar varios coches y quemar unos cuantos kilos de pólvora, salían victoriosos, pero lo mejor de todo es que nunca se derramaba una gota de sangre.

En el barrio, aunque pensándolo bien en cualquier lugar del planeta nos juntábamos para emular a nuestros mercenarios preferidos, y aquí es donde llegaba el verdadero conflicto, porque como es de imaginar habían dos personajes por los que la gente se daba de hostias por conseguir el papel, y cuando digo hostias me quedo corto, porque las mayores peleas callejeras que he visto en mi vida han sido por interpretar al Coronel John Hannibal Smith, jefe del comando y un verdadero profesional en el arte de adquirir diferentes personalidades gracias a sus múltiples disfraces, y al Teniente Templeton Peck más conocido como Fénix en los ambientes. El motivo por el que la gente estaba dispuesta a matar por imitar a su personaje es que pillaba cacho en todos los capítulos, aunque no me extraña, porque se gastaba un pedazo Corvette por el que todas las féminas de pelo cardado y pantalón sobaquero suspiraban.

Debido a mi peso y estatura tenía todas las perder en este tipo de contiendas, así que no me quedaba más remedio que interpretar al Capitán H.M. Murdock y por extensión el zumbado del grupo, al que siempre tenían que sacar de alguna clínica porque se dedicaba a hablar con sus calcetines. Para terminar el elenco falta el Sargento M.A Baracus, un negrata de dos por dos con más colorado que toda la estirpe de los Montoya, Heredia, Cortes y Vargas juntos, que repartía hostias como panes. El único inconveniente de este grandullón es que tenía pánico a volar, lo que originaba que cada vez que lo tenían que hacer había que aplicarle un potente somnífero.

Gracias a la perspicacia aprendida en sus capítulos o más bien a nuestra falta de medios, nos las ingeniábamos para fabricar el armamento necesario para jugar por los descampados y calles del barrio. Las armas utilizadas eran el tirachinas fabricado con el cuello de una botella y un globo. La munición a utilizar era de lo más variada pero en nuestro caso y para evitar males mayores usábamos unas pequeñas bolas que crecían en los árboles de un parque cercano y que cuando impactaban en tu cuerpo te proporcionaban un escozor nada agradable. Como por aquel entonces en mi casa no era frecuente comprar agua embotellada, el envase que utilizaba para fabricar el tirachinas, era el de las botellas de leche Cervera. Otra de las armas por excelencia era una que se fabricaba con pinzas, su montaje era simple y su efectividad letal. Para fabricarlo necesitabas: una pequeña tabla de madera, dos clavos y una pinza. Como munición se utilizaba la parte metálica de una pinza sujeta por una goma elástica.

Quienes hayan combatido en estas peligrosas lides sabrán de lo que hablo, pero por si acaso adjunto croquis para que entendáis su funcionamiento:

Como se puede observar este es el modelo básico pero ante mis ojos han pasado verdaderas obras maestras, ya que conforme más grande era la tabla, mayor era el número de pinzas preparadas para disparar los peligrosos proyectiles. Durante aquella época las carpinterías y los tendederos maternos eran literalmente saqueados, hasta el punto que se produjo una gran crisis en el sector maderero debido al uso indiscriminado de esta noble materia prima. En un principio su fabricación estaba única y exclusivamente orientada para la caza de lagartijas y tiro al blanco, pero al final se convirtió en una lucha encarnizada entre los chavales del barrio cuya finalidad era la de conseguir el mayor número de munición posible en detrimento del enemigo.

Y así, con este simple entretenimiento pasábamos tardes enteras jugando a ser aquellos cuatro mercenarios que luchaban por un mundo más justo, eso sí, a base de hostias.

¡¡ Me encanta que los planes salgan bien!!


lunes, 11 de enero de 2010

Why can't we be friends?

Los lunes por antonomasia se han convertido en el peor día de la semana, si a esto le añadimos la crisis, los esperados brotes verdes, la operación de cirugía estética, que no mental Belén Esteban y el careto de Manu Sánchez presentador de la sección de deportes de Antena 3 por el liderazgo del Barça, se nos presenta un panorama nada halagador. Aparte, como todo es proclive a emporar, el frío polar que nos acompaña está dejando mi osamenta más entumecida que si hubiera pasado la noche en la cámara frigorífica del depósito de cadáveres (etiqueta incluida en el dedo gordo del pie).

Pero sorprendentemente he recibido un emotivo e-mail que ha conseguido que entre en calor de manera instantánea, pero este sensiblero mensaje más propio de la típica serie americana de estudiantes en plena adolescencia, pierde un poco de encanto con el uso de las nuevas tecnologías, porque esas bonitas palabras con las que nos ha obsequiado nuestro “amigo invisible” se quedan vacías, y no porque no las haya acompañado con esas edulcoradas imágenes en Powerpoint como bien dice, sino porque si retrocedemos hasta el año 1996 donde el envío de correos electrónicos era impensable, el único formato donde podías demostrar los sentimientos a tus seres queridos era acudir a uno de los mejores programas que se han emitido en televisión. ¿Os acordáis de esta letra? :


“Si el amor llama a tu puerta... ábrela no te lo pienses más... sentirás ilusión, una nueva emoción... te hará soñar... Lo que necesitas es amor... Todo el mundo necesita amor ….. Lo que necesitas es amor....... oh…oh…oh….. Sólo amor.”

¡¡Que recuerdos!! , ¡¡Que momentos inolvidables!! , en los que millones de españoles seguíamos atentos los infortunios y alegrías de aquellos personajes que moraban por el plató. Para participar sólo tenías que llamar al desaparecido Jesús Puente, contarle tu historia, y como un auténtico celestino se subía a su famosa caravana para entregar en mano el mensaje (formato vídeo) a su destinatario. Para participar en el programa era imprescindible vestir camisa de seda abrochada hasta el cuello, preferentemente en color negro, o en su defecto blanca con estrafalarios bordados, igual que las que visten los músicos de las orquestas que cada verano visitan los pueblos para deleitarnos con su ritmo pachanguero. Evidentemente iban acompañadas por pantalón de pinzas bombacho o vaquero nevado, y como remate final mocasín negro/gris con el auténtico calcetín deportivo para dar un toque escayolado a los tobillos. Respecto a la estética capilar habían dos cortes de pelo por excelencia: pelo rizadito tipo cascada o cortado a cepillo con las patillas al ras y con una pequeña y sedosa melenita lisa hasta la nuca.

Cuando remitente y destinatario se reunían en el afamado programa, se abrazaban jurando amor eterno, mientras que una voz en off decía: “Lo que necesitas, lo que necesitas, lo que necesitas, es amoorrrrrrrrrrrrrrrrrrr” y ahí terminaba la historia, en la que todos y cada uno de los participantes de esta comedia romántica de barrio, se enjugaban las lágrimas entre los calurosos aplausos de los asistentes.

Pero volviendo al presente prefiero mil veces recibir un e-mail con esas entrañables palabras, que ver a nuestro “amigo invisible” en esa patética tesitura, y no lo digo por el contenido del mensaje, sino por verlo vestido de esa guisa.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y para añadir algo de azúcar al asunto me gustaría decirle a nuestro reviscolado “amigo invisible” que hay veces que estamos tan ofuscados que el árbol no nos deja ver el bosque, pero con sólo andar un paso podemos verlo en todo su esplendor.

¡¡Cago en tó!! , con esto de mi futura paternidad me estoy convirtiendo en el Abuelo Cebolleta.

viernes, 8 de enero de 2010

Soñar contigo

Déjame esta noche.......... soñar contigo,
déjame imaginarme en tus labios los míos,
déjame que me crea que te vuelvo loca,
déjame que yo sea quién te quite la ropa,
déjame que mis manos rocen las tuyas,
déjame que te tome por la cintura,
déjame que te espere aunque no vuelvas,
déjame que te deje, tenerme pena.

Si algún día diera con la manera de hacerte mía,
siempre yo te amaría como si fuera siempre ese día,
qué bonito sería jugarse la vida, probar tu veneno,
que bonito sería arrojar al suelo la copa vacía.

Déjame presumir de tí un poquito.
Que mi piel sea el forro de tu vestido.
Déjame que te coma solo con los ojos.
Con lo que me provocas yo me conformo.

Si algún día diera con la manera de hacerte mía,
Siempre yo te amaría como si fuera siempre ese día,
Que bonito sería jugarse la vida probar tu veneno,
Que bonito sería arrojar al suelo la copa vacía.

Déjame esta noche.......... soñar contigo

Zenet (Los mares de China)

jueves, 7 de enero de 2010

Los Peregrinos

Son un grupo de creyentes que viajan hacia un lugar sagrado para redimir sus pecados y conseguir la absolución. Este año que comienza es conocido por los católicos como el Año Xacobeo, donde miles de peregrinos visitan la Catedral de Santiago para venerar al santo y conseguir así la indulgencia plenaria de sus pecados. Otro ejemplo es El Hajj, donde los fieles musulmanes acuden a La Meca en Arabia Saudí, para purgar sus faltas y realizar la Lapidación del Diablo.

Pero dejando a un lado las connotaciones religiosas conozco un lugar de peregrinación donde miles de personas se reúnen cada año desde tiempos inmemoriales, en el cual en vez de conseguir la indulgencia y el perdón de sus pecados los fomentan hasta límites insospechados. Los habitantes y peregrinos ocasionales de este insólito paraje tienen el enorme privilegio de ser testigos de un acontecimiento único, imposible de ver en ningún otro lugar, ya que en este pequeño pueblo de pescadores se pueden contemplar bucólicos amaneceres sobre las aguas del Mediterráneo y el espectáculo de presenciar unos atardeceres con el sol rojizo reflejándose en las dulces aguas de sus arrozales.

Siguiendo la tradición, sus fieles se congregan cada verano para rendir culto y venerar la imagen de su patrón, conocido por San Vicente de los Recreativos, abogado de las almas viciosas y disolutas, que cada año acuden a su templo para alimentar sus pecaminosas entrañas. Fundado en el año 1976 tiene la característica fundamental que su botafumeiro, desprende una particular mezcla de aromas a cocido, humo de tabaco, y las inconfundibles fragancias venidas desde Marruecos.

Al igual que otras confesiones religiosas existen unos sacramentos que sus adeptos deben de seguir al pie de la letra. En primer lugar está el Bautismo, el cual se produce cuando cruzas el umbral del santuario a comprar unas chucherías, y te dedicas a sentarte en la mesa de billar a ver como otros fieles manejan con sus pecadoras manos los joystick de las máquinas recreativas. En ésta etapa aprendes los conocimientos básicos de tu futura vida viciosa, ejemplo de ello es cuando por motivos técnicos la energía deja de alimentar a las diabólicas máquinas, y acudes raudo y veloz a apoderarte de unos de sus mandos para conseguir una partida gratis, tal es el nivel de aprendizaje que hay fieles que se agarran a los mangos del futbolín para conseguir esa ansiada partida.

Superada esta etapa viene la Comunión, en la que cambias las infantiles golosinas por cigarrillos comprados a granel. En esta etapa la economía no permite muchos lujos y tu corto capital lo inviertes en sesiones vespertinas a tus juegos favoritos, financiados con la paga semanal y la sisa a la cartera de tu madre cuando te envía a comprar el pan. El paso definitivo se produce con la Confirmación, en la que dejas de utilizar las máquinas, para invertir el patrimonio en mezclar los cigarrillos con unas rocas venidas más allá del Estrecho. El lugar para realizar esta ilícita liturgia es “El Ruedo”, donde los fieles se reúnen para compartir las propiedades de esta particular mezcla.

Durante los dos meses que dura la peregrinación existen dos citas ineludibles, una es la procesión que se realiza en bicicleta hasta la Montañeta dels Sants, para terminar bañándote en el lago que la rodea. La tradición dice que a la vuelta, uno o varios integrantes de la expedición pincharan alguna de las ruedas de su bicicleta y deberán realizar el camino de retorno andando. La segunda cita se celebra el 16 de julio, donde todos los feligreses se reúnen en la playa alrededor de una hoguera, para limpiar sus libertinas almas a base de una mezcla de alcohol y de unas curiosas letras llegadas desde Arabía.

Como en cualquier pueblo costero que se precie los devotos acuden al malecón, donde realizan diferentes actividades lúdicas bañadas con zumo de cebada. Entre ellas cabe destacar el salto en cama elástica, malabarismos con diábolos, escalada a la pirámide playera, partidas múltiples de ajedrez y sesiones de libre divagación, todo ello acompañado por auténticas Jam Session en la que los maestros de las cuatro y seis cuerdas tocan sus temas para deleitar a la concurrencia.

Con la llegada del fin de semana los miles de adeptos acuden a otro de sus santuarios por excelencia donde se encomiendan a San Rafael de la Cala, quién tiene la virtuosa facultad de permitir el acceso al paraíso terrenal. Son muchos los que lo intentan con múltiples trucos y artimañas, pero sólo unos pocos son los elegidos para entrar en este paradisiaco lugar, donde las amazonas tienen libre acceso. Como fin el de fiesta a estas interminables noches, todos y cada uno de los fieles acuden al Horno San Pascual para llenar sus alcohólicos estómagos y comentar entre balbuceos el resumen de la velada.

Los domingos día de reflexión y recogimiento, los adeptos acuden a media tarde a la playa para disfrutar de un relajante baño, y tomar unos pocos rayos de sol para disimular las marcas que sus vidas de crápulas dejan en su piel.

Con la llegada del mes de septiembre terminan las celebraciones en honor de San Vicente de los Recreativos, los fieles toman caminos diferentes con el deseo de reunirse y repetir la experiencia el próximo verano. Pero a diferencia de otras religiones, ésta efeméride tiene fecha de caducidad para sus feligreses, porque una vez alcanzas la tercera década contando desde el año de tu nacimiento, debes abandonar la peregrinación para dar paso a las nuevas generaciones. Llegado este momento sólo podrás reunirte en bodas, bautizos, comuniones y fiestas de guardar.

Dedicado a Los Libori@s y en especial a los Puche-Pelayo.

martes, 5 de enero de 2010

Queridos Reyes Magos:

Ha pasado un cuarto de siglo desde que les envié mi última carta, y después de mucho reflexionar he llegado a la conclusión de que la única razón por la que no han tenido noticias mías desde aquella misiva, es que la ilusión que envuelve a la mágica noche de reyes se ha ido perdiendo con el tiempo hasta el punto de dudar de la enigmática y misteriosa existencia de sus majestades. Pero he de comunicarles que este año al recibir la noticia de mi futura paternidad he comprendido el verdadero significado de esta tradición que perdura desde tiempos inmemoriales.

Hasta la fecha esta noche la había vivido con la visión de un niño, y como es de suponer embargado por la emoción sólo tenía ojos para los regalos que recibía. Pero haciendo un ejercicio de memoria puedo recordar la expresión de satisfacción de mis padres, cuando con las manos temblorosas y con un gesto entre el asombro y el desconcierto me dedicaba a desenvolver aquellos mágicos paquetes. Y aquí está el verdadero espíritu de su anual visita, no importa la cantidad de regalos recibidos sino transmitir esa ilusión a tu hijo.

Recuerdo que la víspera al día de su visita acudíamos a ver como recorrían las calles de la ciudad soportando estoicamente el frío y la humedad hasta que pasaban junto a nosotros. Al llegar a casa limpiábamos cuidadosamente nuestros zapatos y los colocábamos en el balcón, junto a tres copitas con coñac, y cazo con agua para sus camellos. Después de cenar nos íbamos directos a la cama con la esperanza de que todos nuestros deseos se vieran cumplidos. Aquella noche costaba conciliar el sueño, mientras esperaba la llegada de Morfeo repasaba mentalmente todas las peticiones que les había enviado a sus majestades. Poco a poco y a fuerza de repetir las líneas de aquella carta caía rendido esperando su llegada.

Por aquel entonces y debido a mi edad no tenía noción del tiempo, pero lo que recuerdo es que mi padre entraba cuidadosamente en la habitación y me decía: “Despierta han llegado los Reyes”, automáticamente mis ojos se abrían como platos, y como un rayo me dirigía por el largo pasillo hasta llegar al comedor, donde mi madre y mis hermanas me esperaban junto a los regalos que sus majestades nos habían concedido. Con la mirada atónita y tiritando de frío debido a los nervios del momento intentaba articular palabra pero como pueden imaginarse era misión imposible. Pero lo que realmente me dejaba asombrado de aquella agitada noche, era ver como las copas de coñac y el cazo de agua estaban vacios, ya que esa era la prueba evidente que sus majestades habían visitado nuestra casa.

Afortunadamente esta experiencia la voy a disfrutar con la misma ilusión con la que años atrás mis padres lo hicieron con nosotros, porque no hay nada mejor que hacer feliz a un hijo.

Sin más me despido de sus majestades de Oriente hasta el año que viene.

Feliz Noche de Reyes